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viernes, 27 de abril de 2012

A Pablo Neruda – Confieso que he vivido


Cuentos del poeta enamorado


Hablar de Neruda, es hablar de un cuento sumergido en los confines del mundo entero, es hablar de arena astral en medio Latinoamérica, de rayos suaves, de nieve fresca en Europa, del calor de África, del misticismo de la India, de la fortaleza del Machupichu, de la sonrisa interminable de los chinos, entre otros parajes que relata este autor de manera biográfica.

Él, con su estilo apasionante, que altera sentidos, emociones y pasiones; incontrolable, nos cuenta, enamorado de sus hospedajes fortuitos y pasajeros, como es que poco a poco, abrió las alas, perdió el temor y se sepultó hondo en cada país, cada lugar, cada ser, que lo acogía amablemente, gracias a ese misterio que sólo el arte regala, la poesía que traspasa al hombre con una sola flecha, uniéndolos indescriptiblemente.

Su poesía envuelta en el laberinto político de aquellos años, transportaba a Neruda a diferentes países del mundo, para ser él, para mirar desde otra perspectiva el color, forma y fondo de la resistencia social frente un hecho que causa indignación o que simplemente conmocionaba. Próximo a la segunda guerra mundial, él contemplo sucesos que lo comprometieron directamente. Como cónsul y poeta no cerraba los ojos, y actuaba éticamente en sus oficios.

El suceso “Hitler”, fue abarcado tenazmente por su círculo literario, y parece ser que un poeta es más político, que un político ciertamente. En cada puerto este navegante compartió su poesía y envolvió con ella otros grandes personajes de la literatura mundial.

Como fue su encuentro con el destacado autor Federico García Lorca, a quien el amor puro del amigo, aún en su recuerdo, no lo abandonó; porque fue él, según Neruda, el más sincero, alegre, entusiasta y bueno de los seres que conoció y hasta hoy la muerte de García Lorca, no ha borrado esas interminables horas de pasión frente a sus palabras.

El amor desenfrenado, pasional, condujo a Neruda por cierto tiempo al neurotismo. Una mujer sin nombre, que pudo hacer templar al poeta, que pudo hacerle llorar por una ausencia justa y necesaria, la locura que encierra al amor no fue controlada por esa mujer, que amo, sí amo, pero no supo amar.

Su puesto como cónsul interminable por el mundo, llego a su fin. Como todo sistema político el que vivió Neruda, fue igual de corrupto y frívolo. Él renuncia y regresa a Chile. Mientras que en Chile la dictadura presidencial sometía a cada sector del país. “Aquellos hombres encerrados en muros de silencio, sobre la tierra solitaria y bajo el solitario cielo”. Por que el simple timbre de voz, era causa de muerte.

Su esperanza chilena, con Gonzáles Videla, retorno, pero por poco tiempo, pronto su vida tendría un precio, y el gobierno la quería de inmediato. Su “escape”, fue meramente cauteloso, hasta llegar a la frontera con Argentina. Pero el gobierno no sé rindió nunca, ya en Europa, no pudieron traerlo preso, no pudieron hacer nada frente al reglamento francés.

En su retorno nuevamente a Chile, fue tomado preso sorpresivamente en Buenos Aires, de inmediato las voces del mundo protestaban. Fue pronto puesto en libertad, su custodio finalmente le entregaría un poema popular; hasta ahí llegaba el amor de la gente, que se veía obligada a seguir ordenes sin estar de acuerdo, sumergidos en esa pasión que Neruda desataba a nivel mundial, un suceso parecido ocurriría en Roma.

¿La poesía es un oficio?, de esto vivió Neruda todo este tiempo y en este capítulo, el encuentro más conmovedor fue en la Vega Central, el mercado más grande y popular de Chile. En medio de cajas dispuestas como bancos y hombres con sacos amarrados en la cintura como delantales o con el torso desnudo, contemplaron en medio de la furia invernal, la poesía de Neruda, en un estado de levitación, confusión, alegría y llanto. Estos seres bebieron de Neruda y lo han convertido, no sólo en un personaje entre intelectuales y políticos, sino también un personaje del pueblo, el alma del pobre pueblo apasionado.

Su compañera Matilde Urrutia, reúne con él, ese amor por los detalles de la vida, ese comprometerse de alma y cuerpo por lo que uno ama. En su huerto solitario los amantes transpiran, ríen, cuentan, siembran y se contemplan muy dichosos.

Su visita por el Perú, provocó en él su poema “Alturas de Machu Pichu “. El encuentro le dejo el aroma del ombligo del mundo, la vista en las alturas, el verde de los Andes, el río y toda esa estructura que en un momento pensó que le pertenecía. Es así como el poeta Chileno es adoptado por el Perú, posteriormente el escritor peruano Ciro Alegría, lo conmemoraría en Lima por ese verso, que finalmente tiño al Perú y Chile con el rojo de amor y no con el de sangre.

Su poesía fue política, su partido comunista y él una personalidad admirada y querida desde el hondo sentir chileno, esto, lo llevó a ser candidato presidencial de la República, no por mucho tiempo, el puesto se lo dejo a Allende, la conmoción de los chilenos en sus besos, abrazos, gritos y llantos indudablemente lo hubieran convertido en el presidente chileno por mayoría de votos.

Su gran compañero Allende, llevó su país en el corazón, trabajo por él, como ningún otro presidente en la historia chilena, más aún en la tensión política de aquellos tiempos. Sus honorables acciones, lo llevaron a la muerte, los mismos soldados chilenos lo ametrallarían en su oficina presidencial, luego que lanzaran una bomba los nazis a palacio. Su funeral fue un secreto nacional y su ausencia fue el final de una época democrática en Chile y con ella el final del libro de Neruda.

Un Neruda que lucho con el arma poética, que defendió a su país con el corazón de fiera, un Neruda que nos abandonó en la tierra un 23 de septiembre, un día de primavera, una memoria que no fue respetada por los fascistas chilenos, un recuerdo imborrable y eterno de uno de los más grandes poetas del mundo, “Neruda, cuenta y contará enamorado por más tiempo, por muchos más lugares”.

1 comentario:

JoséMiguel dijo...
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