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jueves, 15 de enero de 2015

Gaviota


Vienes otra vez, caprichosa
marea que no se resigna morir.
Ondulante e inquieta.

Qué te obliga a mantenerte en movimiento.
Qué te impulsa a no dejarte en la orilla.

No puedo ser yo. No apetezco de tu mar, del dulce de tu agua, ni de lo que se mueve allí dentro.

Aunque algunas pocas veces, debo confesar, es apasionante el galope de tus olas, me atrae; pero no puedo quedarme allí sumergida, embebida de ti como tú quieres.  Disfruto también de la brisa que generas, me cautiva en la distancia; pero insisto, no puedo mantenerme en ti. 

Respiro distinto. Me complace acecharte, sorprenderte en movimiento y alterar tu tiempo cuando estoy dentro, por más minúsculo que éste sea, me atrevo. Es mi instinto y no tengo miedo. Kilómetros cuesta abajo, para retenerte en aletargados segundos, tomar algo de ti, irme y  llevarte casualmente en mi memoria.

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