Vienes otra vez, caprichosa
marea que no se resigna morir.
Ondulante e inquieta.
Qué te obliga a mantenerte en movimiento.
Qué te impulsa a no dejarte en la orilla.
No puedo ser yo. No apetezco de tu mar, del dulce de tu agua, ni de lo que se mueve allí dentro.
marea que no se resigna morir.
Ondulante e inquieta.
Qué te obliga a mantenerte en movimiento.
Qué te impulsa a no dejarte en la orilla.
No puedo ser yo. No apetezco de tu mar, del dulce de tu agua, ni de lo que se mueve allí dentro.
Aunque algunas pocas veces, debo confesar, es apasionante el
galope de tus olas, me atrae; pero no puedo quedarme allí sumergida, embebida
de ti como tú quieres. Disfruto también
de la brisa que generas, me cautiva en la distancia; pero insisto, no puedo mantenerme en ti.
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